PERISCOPIO HUMANISTA
LOS CIVICOS Y EL ARGUMENTO DE LA FUERZA
Javier Cabero G.
Hace más de quince años Laura Rodríguez, diputada chilena por el Partido Humanista, propuso al Parlamento de ese país cambiar el lema que el escudo chileno ostenta. Proponía que en vez de decir "por la razón o por la fuerza", diga "por la fuerza de la razón". Como humanista que soy coincido plenamente con su posición y afirmo que la fuerza de la razón, la fuerza del argumento, es la que debe guiar nuestros actos y nuestras discusiones. Y no el argumento de la fuerza. Ninguna causa, ninguna ideología, o creencia, puede estar por encima del ser humano. Nada justifica agredir y ejercer un acto de violencia sobre otros seres humanos. Menos aún si de democracia y de bienestar del pueblo tarijeño hablamos. Intentar imponer por la fuerza, por la violencia, sus ideas como lo hicieron los cívicos los días pasados, no es coherente. Causas nobles requieren medios nobles. Es decir la coherencia debe ser uno de los principios, uno de los valores que guíe nuestro accionar.
Últimamente muchos cuestionamientos han recaído sobre el Comité Cívico. Se les cuestiona que dicen defender la democracia pero que nunca permitieron que sus directivos sean elegidos por voto popular. Que aseguran representar a toda Tarija y a todos los tarijeños pero importantes organizaciones como la Universidad y los campesinos no comparten su forma de actuar. Que hablan de ética pero que su vice presidenta enfrenta un juicio por contrabando. Que afirman luchar por los intereses de Tarija, pero que nunca se los ha visto realizando procesos de control social sobre los fondos públicos, pues nunca se han pronunciado sobre la múltiples denuncias de corrupción y jamás han realizado acción alguna para que el pueblo de Tarija se entere en qué se gastan las regalías y cual es el impacto del chorro de dinero que desde hace un par de años ingresa a los municipios y a la Prefectura. Que actúan como partido político; que son racistas por los carteles anti collas que en el frontis de su local estuvieron colgados mucho tiempo. En fin, suman y siguen.
Estos cuestionamientos pueden ser ciertos o verdaderos. Trascendentes o intrascendentes. Cada cual hará su evaluación. Pero lo que es indudable es la incoherencia que observamos en el accionar del Comité Cívico el martes y miércoles pasados: agresiones a mujeres tarijeñas que venían de San Andrés, a chapacas de pura cepa; tomas violentas de instituciones; ataques con piedras y petardos al aeropuerto; destrozo de vehículos. Hechos que nos llenaron de vergüenza ante el mundo entero. Por ejemplo: ¿Qué explicación podemos dar de los robos realizados a los periodistas venezolanos en el hostal donde se alojaban?; ¿cómo justificar que se hayan pisoteado las reglas de la hospitalidad?. Así que la Argentina, un país con el que nos unen estrechos lazos, ahora es nuestra enemiga. Pues ya que somos autónomos cerremos las fronteras y siguiendo la línea de la violencia del Comité Cívico les declaremos la guerra.
Hay que recuperar el Estado de Derecho, condenando a los violentos y los promotores de la violencia, donde figuran varias radios que en vez de llamar a la calma ayudaron a la difusión de los mensajes que instigaban a la violencia, a quienes les digo, dejen de lucrar con sangre de inocentes.
Este crítico momento que estamos viviendo debe ser la oportunidad para despertar nuestra solidaridad, para sacar lo mejor de nosotros mismos. Un mundo mejor, donde el ser humano sea el valor principal, es posible y además absolutamente necesario. Todo depende de lo que a partir de hoy hagamos o dejemos de hacer. Basta de violencia.
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